Para la princesa de Gales, el maquillaje era una forma de transmitir su estado de ánimo, aunque no lo utilizaba a menudo en su vida cotidiana.
En la intimidad de su día a día, la princesa Diana de Gales nunca llevaba mucho maquillaje. No era porque simplemente no lo necesitara -ella podía lucir su genuina belleza natural–, sino porque lo consideraba algo engorroso, como una obligación en vez de un placer.
Sin embargo, cada vez que participaba en un acto público,
Lady Di aparecía con todas sus armas preparadas: el maquillaje era una de
ellas, que le servía como una forma de protegerse de las posibles críticas de parte
de los demás, según el artículo del diario 'Daily Mail'.
La publicación revela cómo una vez llegó a la oficina de los
editores de la revista 'Vogue' con una espesa capa de crema de base de color
anaranjado en la cara. Entonces, entre disculpas, la princesa de Gales lo
justificó diciendo que si no se hubiera aplicado el cosmético, los 'paparazzi'
la habrían acusado de parecer "pálida", "triste" y
"agotada". Precisamente por este motivo, Diana tenía en su casa una
cama solar, que utilizaba tres veces por semana.
Para la princesa británica, el peinado y el maquillaje eran
importantes siempre y cuando pudiera utilizarlos para transmitir su estado de
ánimo o algún sentimiento. Si no fuera por eso, no tenía el menor interés en
dedicarles demasiado tiempo. Si miramos hacia atrás a través del arco de su
vida, se vuelve claro que los usaba como una poderosa herramienta para crear su
imagen, resalta la publicación.
Diana siempre prestaba mucha atención a sus ojos, era lo
primero que destacaba en su maquillaje. Durante su juventud, utilizaba mucho su
emblemático delineador azul, que le daba el aspecto soñador y prerrafaelita de
sus primeros años en la familia real.
En los años posteriores, viene a la memoria el duro kohl
negro que aplicó al contorno de sus ojos en su famosa entrevista en el programa
Panorama de la BBC. Fue entonces cuando la princesa pronunció su frase
inmortal, mirando a través de sus espesas pestañas: "Éramos tres en este
matrimonio, por lo que estaba un poco atestado", haciendo referencia a las
relaciones extramatrimoniales que mantenían el príncipe Carlos con su novia de
juventud, Camilla Parker Bowles.
Sus ojos, inmensos y húmedos, marcados en negro sobre su
pálido rostro, le daban el aspecto de un animal herido. Era exactamente este el
efecto que quería lograr.
Cuatro meses después del anuncio de su separación con
Carlos, apareció la nueva Diana, segura
de sí misma e insolentemente desafiante, que ya comenzó a afirmar su
independencia a medida que crecía su confianza.
En aquella época ella empezó su colaboración con
organizaciones benéficas, y era una persona diferente cuando se la vio dando su
famosa caminata por un campo minado en Angola en enero de 1997, pocos meses
antes de su trágica muerte. Con un cabello suave y natural y su cara casi
totalmente libre de maquillaje, nunca había estado tan hermosa, según 'Daily
Mail'. Ahí fue cuando Diana llegó a su máximo apogeo.
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